``La práctica de las ciencias sólidas y el cultivo útil de los talentos es inseparable de la grandeza y felicidad de los estados. No es el número de hombres el que constituye el poder de la nación, sino sus fuerzas bien arregladas, y éstas provienen de la solidez y profundidad de sus entendimientos. Cuando ellos saben calcular las relaciones que tienen las cosas entre sí, conocer la naturaleza de los entes, adquirir nuevas fuerzas con la mecánica [...]''
Juan Egaña, Discurso sobre la Educación, 1812.
La acepción de la palabra ``Física'' ha ido cambiando a lo largo de la historia. Para organizar este esquema de historia de la física como disciplina en Chile hemos debido fijar algunos límites del concepto de ``física'' con otras disciplinas cercanas o en otro tiempo indistinguibles. Para esto hemos tomado como base la -a nuestro juicio muy acertada- discusión que sobre este punto presenta Gustavo Lira en su Introducción a la Física General, de donde transcribimos textualmente la sección División de la Física:3
``La física como ciencia en un sentido más amplio de los fenómenos de la vida organizada, comprende un material científico de enorme extensión. Con el tiempo han ido separándose de ella grupos característicos y determinados de fenómenos cuyo estudio se ha desarrollado en ciencias independientes. Tales son, por ejemplo, la química, la mecánica, la astronomía, la mineralogía, la geología, la metereología. Sin embargo es notable que algunas de esas ramas han vuelto a tomar contacto nuevamente con el tronco primitivo, desarrollándose disciplinas científicas de gran importancia, tales como la química-física, la astronomía-física, etc.
Enseguida se han separado de la física una serie de ciencias que persiguen la aplicación del material científico que posee la física a las necesidades prácticas de la humanidad. Se encuentran entre ellas, puede decirse, todas las ciencias aplicadas que forman hoy la base del progreso material, como la resistencia de materiales, la hidráulica, la neumática, las máquinas, etc., que son ramas todas de la mecánica aplicada: la técnica del vapor, la técnica del frío, la electrotecnia con sus ramas (la telegrafía, la telefonía, el alumbrado eléctrico, las transmisiones de potencias, etc.,) la fotografía, la octotecnía.
La física conserva el material científico puro que es la base de aquellas ciencias, y del cual en el futuro continuarán desprendiéndose nuevas ramas, útiles a las necesidades de los hombres.
Se acostumbra a dividir dicho material científico en diversas secciones en conformidad con el carácter especial o con los aspectos exteriores o interiores de los fenómenos de que se ocupan dichas secciones. Sin embargo, tal división tiene un carácter artificial. No es posible, en efecto separar con nitidez partes clásicas de la física. Algunas de ellas tienden a confundirse en una sola o bien aparecen como partes intermediarias colocadas en el límite de divisiones principales.
Desde otro punto de vista, la física se divide en: física experimental y física teórica o racional.
La física experimental contendría el material científico que podría sacarse de la experimentación y la física teórica el que puede deducirse de los fenómenos mismos, de las hipótesis que de ellos puedan formularse por inducción y las leyes de dependencia que se logre establecer. Nuevamente puede observarse que una tal división carece de precisión, pues la física experimental somete constantemente a su prueba a la física teórica, a las deducciones sacadas de las leyes de dependencia y de las hipótesis que se establecen.
Se separan también de diversas partes de la física, ciertos aspectos de un hecho perfectamente establecido por la experiencia y valiéndose únicamente del raciocinio en su forma más perfecta, o sea, las matemáticas. Este material científico así conseguido, constituye la física matemática, sobre cuya importancia y utilidad existen opiniones diferentes. Así, son capítulos de la física-matemática, la teoría de la electricidad, la teoría del potencial, la hidrodinámica, que, como se dijo, constituye hoy día ciencia separada y cuyo desarrollo partiendo de principios físicos experimentales es exclusivamente matemático.''
Como lo indicamos, hemos enmarcado estos apuntes para una historia de la Física en Chile en la concepción de la disciplina descrita anteriormente. Desde el punto de vista temporal, creemos que los hechos más recientes merecen una perspectiva histórica más distante, y por ello hemos considerado prudente detenernos en 1960 tomando como límite simbólico la creación de la Sociedad Chilena de Física.
Los organizadores de la República, poco después del primer grito de independencia, se propusieron fundar un gran colegio que tuviese como fin ``dar a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor.''4 Tal colegio fue el Instituto Nacional, inaugurado el 10 de Agosto de 1813, y que inició sus actividades con dieciocho cátedras, entre las cuales se contaba una de física experimental bajo la dirección del presbítero José Alejo Bezanilla. La física experimental y la química se enseñaban en el curso de ciencias naturales, junto a la botánica, geografía, economía, política, matemáticas puras y lenguas vivas. Transcurridos catorce meses, a causa del desastre de Rancagua, el Instituto se vió obligado a cerrar sus puertas por todo el período de Reconquista (1814-1819).
Antes de la creación del Instituto Nacional hubo sólo actividades esporádicas en Física. Juan Martínez de Rozas profesó por tres años continuos (1781-3) en el Colegio de San Carlos o Colegio Carolino, junto a la filosofía escolástica, la física experimental, siendo la primera vez que ésta se enseñaba en Chile.5Martínez de Rozas era gran amigo de José Antonio de Rojas, quien es conocido por haber participado el año 1781 en una temprana conspiración, la de los ``tres Antonios'', para obtener la independencia de Chile. Rojas no sólo era adelantado en materias políticas: también introdujo al país en esos años algunos aparatos de física, entre ellos una máquina eléctrica con varios accesorios que después pasó al Instituto Nacional. No se tienen evidencias si Martínez de Rozas ocupaba en sus clases los aparatos de física de su amigo. Lo que sí sabemos es que Rojas se ganó el título de ``brujo de la Colonia'' por los ``milagros'' que hacía con su máquina eléctrica. Otras actividades fueron las clases que dictaba en la Academia de San Luis (1799) el ingeniero español Agustín Cavallero orientadas a problemas militares, donde se tocaban temas de estática, dinámica, hidrostática, hidráulica y óptica. En la misma Academia de San Luis, Manuel de Salas organizó el primer gabinete de Física e Historia Natural. En 1813, el Colegio Carolino y la Academia fueron anexadas al Instituto Nacional con todos sus haberes.
Reabierto el Instituto en 1819 después del triunfo de Maipú, fue el propio Bezanilla quien retomó la Cátedra de física, ahora como parte de la filosofía.6 Por aquel entonces, según dice el profesor Diego Torres en su discurso de incorporación a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas,7la física se dividía en dos partes: física general y física particular. La primera comprendía cosmografía, geografía física y algo de historia natural. La segunda abarcaba los fenómenos físicos propiamente dichos y sus causas (como se entendían en 1874, año de su disertación). Bezanilla hacía sus clases en latín. Un testigo de época cuenta que ``cuando cursaban filosofía en latín, un profesor les enseñaba con el nombre de física, un centenar de axiomas más o menos faltos de sentido, sobre el equilibrio, la caída de los cuerpos, la luz, el sonido, etc. Los estudiantes aprendían de memoria y en lengua latina estos axiomas''.8
Por esos años, la clase dirigente del país tenía mucho interés por incoporar la ciencia a su desarrollo. Comienza así la contratación de ``sabios'' europeos por parte del Gobierno para atender las necesidades de educación y levantar el primer catastro de las riquezas nacionales. En 1823, Mariano Egaña funda la Academia Chilena, dependiente del Instituto Nacional, con tres secciones: Ciencias Morales y Políticas, Ciencias Físicas y Matemáticas, Literatura y Artes. A la segunda, pertenecían, entre otros, Manuel Blanco Encalada, el médico español Manuel Grajales y el ingeniero francés Carlos Ambrosio Lozier. Este último tomó a su cargo, en Febrero de 1826, la rectoría del Instituto y aplicó una reforma radical con el propósito de eliminar los últimos residuos sobrevivientes de la enseñanza colonial. Esta reforma implicaba, entre otras cosas, la sustitución de casi todo el profesorado. El presbítero Bezanilla fue reemplazado por el canónigo Puente, catedrático de matemáticas en el Instituto desde su fundación, quien a su vez dejó su cargo junto con Lozier que hubo de renunciar a la rectoría en Septiembre de aquel mismo año, debido, entre otras razones, a la fuerte oposición de la sociedad ilustrada a tales reformas.
El año 1827 se hace cargo de la cátedra de Física experimental Andrés Antonio Gorbea. Puede decirse que aquí comienza el primer intento serio de desarrollar la física en Chile. Gorbea, había llegado a mediados del año anterior al país contratado por el Gobierno como profesor de matemáticas del Instituto Nacional. Había estudiado matemáticas e ingeniería en España y perfeccionado sus conocimientos de física en Francia como alumno de Gay-Lussac. Entre las obras científicas que Lozier logró introducir al país durante su breve rectorado estaba la Física Experimental de Biot, que Gorbea compendió y tradujo para su curso, y que fue publicada en 1828, conviertiéndose en el primer libro de física publicado en Chile.9 A las clases de Gorbea, no obstante su reputación, concurrían pocos alumnos, los que asistían lo hacían por mera curiosidad, pues en aquella época el estudio de este ramo no era obligatorio, y luego, el aprovechamiento obtenido entonces ``puede reputarse como nulo''.10 Gorbea es considerado el fundador de la enseñanza de las matemáticas (en su sentido moderno) en Chile, y el padre de la ingeniería chilena. En física se le recuerda además por haber dictado en el país el primer curso de mecánica racional en 1850.
A pesar del poco interés por el estudio de la física, la intelectualidad de aquella época ya comenzaba a tomar nota del gran valor de esta disciplina como ciencia ``útil'' para el desarrollo de la nación. Andrés Bello en un artículo aparecido en El Araucano el 21 de Enero de 1832 decía: ``Las principales profesiones de Chile son la agricultura, minería, comercio y abogacía: todas exigen muchos conocimientos de física, y es necesario proporcionarlos en la enseñanza preparatoria.''11Estas observaciones, como de quien venían, no cayeron en el vacío.
En 1838 fue contratado en Europa el ingeniero en minas Ignacio Domeyko para que asumiera como profesor de mineralogía en el Colegio de Coquimbo. Domeyko, de origen polaco, había estudiado en la Escuela de Minas de París, ciudad donde compró, antes de embarcarse para Chile, herramientas e instrumental de última generación para montar en Coquimbo un laboratorio de química, un gabinete de física y otro de mineralogía para hacer análisis y otra clase de investigaciones. Se necesitó construir un edificio especial para instalar el numeroso instrumental que venía empacado en treinta grandes cajas.12 No había programas y los muchachos, todos hijos de mineros, dice Domeyko, no tenían el menor conocimiento de ciencias básicas necesarias para la mineralogía. Había que empezar entonces por la física experimental para estimular el interés por la utilidad de esta ciencia en mineralogía. En tres meses expuso los principios básicos de esta ciencia. En Enero de 1839, un grupo de sus mejores alumnos explicaron, en un examen público, la estructura y funcionamiento del barómetro, del termómetro, de los aerómetros, la construcción de bombas, el poder del vapor, e hicieron experiencias con la máquina eléctrica, la máquina neumática y con otros elementos del nuevo laboratorio. El público quedó complacido, dice Domeyko, pero insatisfecho por no haber escuchado ``la menor mención sobre mineralogía.'' En suma, Domeyko instaló el primer gabinete de física en Chile y dio las primeras clases de física experimental propiamente tales. Profesó ocho años en el Colegio de Coquimbo y en 1846 se trasladó a Santiago, dejando en Coquimbo como sus sucesores a tres de sus mejores discípulos, quienes habían sido enviados por el Gobierno a Francia a perfeccionar sus estudios de mineralogía. La física comenzaba a ser ``útil'' en Chile al desarrollo de la minería, como quería Bello.
En el Instituto Nacional, en cambio, las ciencias físicas presentaban un ``deplorable aspecto.'' En su informe anual, en Abril de 1845, el rector Antonio Varas expresaba: ``Las ciencias físicas y naturales han sido las menos afortunadas entre nosotros. Mientras en las demás se han organizado los cursos, y se ha contado con un número más o menos considerable de alumnos, aquellas se hallan todavía en sus principios''.13Al año siguiente en igual ceremonia, el nuevo rector Francisco de Borja Solar decía: ``Tócame ahora hablar de las ciencias matemáticas y físicas, y no podrá ser sino para lamentar el triste y deplorable aspecto que presentan.'' Para levantarlas había que luchar no sólo contra la falta de instrumentos, de gabinetes y de profesores, sino también contra la incomprensión de su importancia e incidencia en el desarrollo del país. Ante este panorama, en 1846 fue llamado Domeyko a fin de que repitiera su exitosa experiencia de Coquimbo en el Instituto Nacional. En Abril del año siguiente inició la enseñanza de la física, la química y la mineralogía, y la instalación de los respectivos laboratorios. Muy pronto, con infatigable celo, hace una excelente traducción de la obra de M. Pouillet, que publicó en 1847, para que sirviera de texto de enseñanza de la física.14 El curso de Domeyko estaba orientado hacia la enseñanza profesional y quienes lo aprovechaban eran sólo alumnos que seguían las carreras relacionadas con ingeniería. Lo impartía en la denominada Sección Universitaria del Instituto, controlada por la Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas a través de un delegado. Era por lo tanto, un curso universitario. Volveremos sobre este desarrollo más adelante. En lo que sigue, continuaremos revisando la enseñanza de la física en la Sección Preparatoria del Instituto, vale decir, en el curso de Humanidades creado por decreto del 25 de Febrero de 1843, como requisito previo para incorporarse a las clases superiores.
El curso de Humanidades duraba seis años. La física debía enseñarse en el tercero. Su clase se abrió sólo en 1851 a cargo del profesor Antonio Ramírez. La enseñanza adolecía de la falta de experimentación por no existir gabinete de física elemental; el único aparato era una vieja máquina eléctrica (¿tal vez la donada por José Antonio Rojas?). Ramírez para sus clases hizo imprimir un pequeño librito tomado de la Física de Avendaño.15 El gabinete de física para la enseñanza elemental vino a instalarse sólo en 1857, año en que tomó el ramo el ingeniero de minas José Zegers Recasens.
En 1858 había en Chile catorce colegios que impartían enseñanza de física: once de hombres y tres para mujeres, con igual número de profesores. El número total de alumnos ascendía a 272, repartidos en 164 hombres y 108 mujeres, según consta en informe de la Universidad de Chile.16 En este informe figuran como profesores, Domeyko dando clases de física en la Sección Universitaria del Instituto a nueve alumnos entre 18 y 22 años; José Zegers con clases en 5to. año de humanidades tres días a la semana, y el General José S. Aldunate en la Escuela Militar dictando clases de física a seis cadetes.
José Zegers tomó el ramo de física en el Instituto en Octubre de 1857. Este joven profesor, discípulo de Domeyko, se preocupó de procurarse instrumentos para montar un gabinete que le permitiera dar a sus lecciones el carácter experimental que merecían; pero estaba lejos de ser un gabinete completo. Sin duda su impronta la dejó al elegir como texto guía el clásico libro de Ganot que en el Instituto se usó por muchos años. El Traité Elémentaire de Physique Expérimentale et Appliquée et Métérologie de Adolphe Ganot fue durante casi toda la segunda mitad del siglo XIX el texto guía para física en las principales universidades de Europa y Estados Unidos.18Zegers fue también un gran impulsor de la difusión de la física: publicó estudios sobre la Electricidad y los Nuevos Barómetros, sobre Mecánica y sobre la Enseñanza de las Ciencias Experimentales. Permaneció en sus clases hasta el mes de Mayo de 1865, fecha en que fue reemplazado por Diego Antonio Torres. En 1863 había sido nombrado director de la Escuela de Artes y Oficios, donde asumiría la cátedra de física de la Escuela. Fue también profesor de física de la Escuela Militar. Posteriormente fue Ensayador General de la Casa de Moneda, y además asumió varios cargos públicos.
Diego Antonio Torres era un entusiasta por la enseñanza de la física. Por sus méritos como profesor de física y química fue nominado en Abril de 1874 miembro académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas como sucesor de José Vicente Bustillos, fallecido poco antes. En su discurso de incorporación -que hemos venido citando- relata una breve historia de los comienzos de la física y química en Chile. Completó el gabinete de física iniciado por José Zegers para las clases de física elemental dadas en el Instituto, convirtiéndolo -según nos cuenta- en uno de los mejores existentes en el país, gracias al decidido apoyo de Diego Barros Arana, a la sazón rector del establecimiento, y visionario impulsor de la enseñanza científica en las humanidades. ``Don Diego -nos dice Torres- no sólo invirtió los fondos de que este establecimiento podía disponer para la compra de instrumentos, sino que distrajo de su propio peculio sumas para la adquisición de valiosos aparatos que obsequió al Instituto.''19Por ese entonces (1874), contaban también con buenos gabinetes de física varios colegios de provincia, entre ellos el Colegio de Coquimbo, los liceos de Copiapó, Concepción, Talca y Valparaíso. La enseñanza de la física experimental comenzaba así a tomar cuerpo a través de todo el país, consolidándose definitivamente con la fundación del Instituto Pedagógico en 1889 y la formación de profesores del ramo. La cátedra de Física en el Pedagógico la asumió el Dr. Alberto Beutel, quien además tenía a su cargo las cátedras de Química y Mineralogía. Su especialidad era la química, de tal manera que la física no tuvo en él un propulsor decidido. ``Sus clases se caracterizaban por ser en extremo descriptivas, eran una especie de lecciones de cosas, según testimonios de sus alumnos''.20
Sucesor de Beutel fue el Dr. Wilhem Ziegler, que llegó a Chile el 27 de Mayo de 1903. Su llegada abrió una nueva etapa en la enseñanza y concepción de la física en Chile. Recordemos que la física -y otras ciencias- era considerada sólo como un conocimiento útil al desarrollo material del país, como servidora de la minería, la industria, la agricultura, la medicina y la ingeniería. Durante casi todo el siglo XIX, su enseñanza estuvo dirigida a la descripción, comprensión y manejo de los artefactos que cada sector necesitaba en sus aplicaciones, y concluía, por lo tanto, con lecciones de cosas útiles a cada sector, pero sin consistencia interna. En la enseñanza elemental, a falta de profesores especializados, las clases estaban en manos de algún profesional -Zegers, Torres- con vocación docente (y a veces aún sin ella), algún egresado de humanidades, y muchas veces en provincia, hasta de algún aficionado.
Cuando Ziegler llegó al Pedagógico, la enseñanza de esta disciplina comienza a tomar su verdadera dirección. Su propósito, desde un comienzo, fue que la enseñanza de la física se impartiera en Chile en forma análoga a como se impartía en los institutos y universidades alemanas de la época, es decir, como disciplina unitaria, dedicada a la explicación y búsqueda de leyes fundamentales, no necesariamente ligada a la química o la mineralogía, metereología o mejoramiento de aparatos eléctricos y mecánicos.21La física se enseñaría ahora como un conjunto de enunciados empíricamente constrastables y ordenados en un sistema hipotético deductivo. Esto implicaba su enseñanza como disciplina experimental con el uso imprescindible de laboratorio y empleo de matemáticas. El cambio era radical respecto de la concepción de la física como conocimiento útil. Así lo anota el propio Ziegler en un estudio publicado en 1906: ``Después de dos años de atenta observación, he podido formarme una idea clara del estado actual de la enseñanza de la física en Chile y quisiera emitir mi opinión acerca de sus defectos y la posibilidad de mejorarlos. El defecto capital de que adolece esta enseñanza es, en mi sentir, la falta absoluta de conexión última entre las distintas partes. Los profesores aislan los diversos fenómenos, que mejor podríamos designar a las clases de física con el nombre de `Lecciones de cosas'. Con esto el alumno se forma, como es natural, una idea completamente falsa de este ramo del saber.''22 Esto lo atribuía ``a que la mayor parte de los profesores no dominan la materia que deben enseñar'' y concluía: ``aquí está la raíz de todo mal y éste sólo se puede destruir preparando más sólidamente a los profesores de física.'' Empezó esta tarea por la construcción de un Laboratorio de Física en 1903. Después de infatigable trabajo, vino a ensanchar el edificio del Instituto Pedagógico. Allí disponía de espacio para presentar una verdadera clase de física experimental. Pero para que la física sea un ramo fructífero en la enseñanza -decía- hay que estudiarla con el auxilio de las matemáticas, que les da conexión interna a los fenómenos aparentemente aislados. En los primeros años del Instituto Pedagógico, cuando la carrera de profesor duraba tres años, la enseñanza de la Física estuvo circunscrita a la física experimental. En 1908 esta carrera se amplió a cuatro años. Con la colaboración de Ricardo Poenisch, doctor en matemáticas que había sido contratado por el Gobierno en Alemania en 1889, consiguió para sus alumnos una sólida formación matemática, preparándolos para tomar con provecho el primer curso de Mecánica racional que se dictó en el Pedagógico en 1912, base para las disciplinas de Física Teórica.
La enseñanza de la física en el Pedagógico fue encausada hacia los programas de los liceos. Con este fin, Ziegler creó un curso de Metodología Especial de la Física. Su preocupación por la enseñanza de este ramo en los liceos era tal, según cuenta una de sus ayudantes23, que cada vez que se creaba un liceo, Ziegler corría al Ministerio de Educación para exigir la instalación de un gabinete de física. Su obra Física Experimental, escrita en colaboración con Luis Gostling como texto para los liceos, alcanzaba en 1959 la décimo sexta edición. Estos textos (tres en total) vinieron a unificar la enseñanza de la física en los liceos del país, y a cambiar aquellas ``lecciones de cosas'' por auténticas clases de física experimental.24 Sus sucesores en la Cátedra de Física del Pedagógico, Diego Berendique primero, y Arturo Valenzuela después, tuvieron la difícil tarea de continuar y profundizar la obra del maestro, que en la década del cuarenta comenzó a abrirse hacia la investigación científica.
Es el momento de retomar la enseñanza de la física en la Sección Universitaria, donde dejamos a Domeyko con su curso de física como base para el estudio de la mineralogía, cátedra que mantuvo cerca de veinte años. Aunque Domeyko no era un profesor de física propiamente tal, sus clases, siempre experimentales, lograron despertar la vocación por la física en algunos de sus alumnos, entre ellos, los hermanos José y Luis Ladislao Zegers Recasens. El primero ya lo hemos encontrado como profesor de física del Instituto Nacional, de la Escuela de Artes Oficios y de la Escuela Militar. El segundo, ingeniero de minas como su hermano, es el sucesor de Domeyko en su cátedra universitaria.
Luis Ladislao Zegers, fue becado por el Gobierno en 1875 a Europa para ``estudiar la Física con todo el desarrollo posible, oyendo las lecciones dadas por los sabios profesores europeos'', y, lo que es más importante, trabajar prácticamente con ellos en los laboratorios. El Gobierno le encargó, además, estudiar los últimos adelantos de la aplicación de la electricidad al telégrafo, y sobre todo, la distribución de agua potable en las grandes centros urbanos. Profundizó sus estudios de física en el Colegio de Francia. En su informe al Gobierno25 escribe: ``Ha llegado el momento, señor Ministro, de que realicemos en nuestro país, para la Física, lo que se ha hecho ya para la química mineral.'' Claramente la referencia es Domeyko. Zegers tiene perfecta conciencia de la importancia que la física ha venido tomando: ``A ella debe, en este siglo, la ciencia sus más bellos descubrimientos; es la base de las más altas investigaciones científicas, y al mismo tiempo el auxiliar más poderoso de la industria. [..] La Física es hoy día una ciencia, sin la cual ningún investigador podrá dar un solo paso. Ella es la base de los conocimientos del ingeniero, del fisiólogo, del industrial.'' Zegers es el primero en Chile que llama la atención del mundo académico sobre el carácter propio de la física, en particular su faceta de ciencia esencialmente experimental. Por ello dedicó gran parte de su beca al trabajo de laboratorio junto a los mejores maestros franceses, entre ellos Mascart, sucesor de Regnault en el Laboratorio del Colegio de Francia. Su gran inquietud antes de regresar a Chile era la adquisición de instrumentos para equipar el laboratorio de la Universidad, particularmente ``instrumentos de precisión que deben figurar indispensablemente en todo laboratorio digno de este nombre'' señala en su informe al Gobierno.
Luis Zegers fue un brillante profesor y un distinguido profesional, ``la figura más importante que nos presenta la historia de las ciencias propiamente físicas'' en Chile hacia 1910.26 Los intereses de Zegers, amigo personal de Edison, fueron amplios y su obra extensa. Publicó desde ensayos sobre la energía mecánica transportada por la electricidad, un estudio sobre la determinación de la riqueza de los azúcares siguiendo los procedimientos ópticos, hasta un ensayo sobre unidades métricas y termométricas en Chile. Su libro sobre El tránsito de Venus por el Sol (1882) le valió la condecoración de las palmas académicas de Francia. Lo que sin embargo le dio merecida fama, y lo sitúa entre los pioneros de la física en Chile, fue la hazaña de haber reproducido en su laboratorio el descubrimiento de Roentgen sobre los Rayos X (Diciembre de 1895) sólo tres meses más tarde (22 de Marzo de 1896). Junto al profesor Arturo Salazar, lograron radiografías de la mano izquierda de Zegers con una nitidez sorprendente. Fue la primera radiografía en Latinoamérica y España, la segunda en América y la séptima en el mundo.27 Con la misma prontitud también divulgó las primeras investigaciones de los esposos Curie.28
En 1902-3 publica su Tratado Elemental de Física General en tres volúmenes,29 primer texto sistemático de física elaborado en Chile, y predecesor del exitoso Física Experimental de Ziegler y Gostling. Sus méritos académicos y científicos lo hicieron acreedor a la distinción de Miembro de la Sociedad Francesa de Física, de la cual era miembro ya en 1876.
El sucesor de Zegers en la Cátedra de Física fue el ingeniero Gustavo Lira Manso, quien fue posteriormente Decano, Rector de la Universidad por un breve período, y Ministro de Educación en 1931. Lira Manso escribió y publicó un voluminoso tratado de Física General como texto para su cátedra.30
A principios del siglo XX la Física en Chile comenzaba a salir de su infancia. Su enseñanza se consolidaba, por una parte, con la formación de profesores en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile; por la otra, con la formación de ingenieros en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, y luego en otras universidades, particularmente la Católica de Chile, la de Concepción y la Técnico Federico Santa María. En otro plano, las aplicaciones industriales de la Física florecían. Una buena idea de este balance lo dan las actas de la Sección de Física del Primer Congreso Científico Panamericano, celebrado en Santiago en Diciembre del año 1908. Por ejemplo, Albert A. Michelson envió un trabajo sobre los recientes progresos de la espectroscopía, Luis Zegers expone sobre ensayes industriales del cobre por electrolisis, y Arturo Salazar sobre pilas tipo Weston y de tipo fuerza electromotriz existentes en Chile. El rango de los temas que estaban presentes varía desde nuevas teorías de los fenómenos físicos, rapidez de traslación de moléculas gaseosas, hasta una gran cantidad de trabajos sobre la electricidad y sus aplicaciones.31
A fines de la década del veinte, y comienzos del treinta, había en el país una gran inquietud por el desarrollo de la ciencia y comenzaban los primeros albores de la creación e investigación científica como actividad independiente. En la Universidad de Chile se propone en 1928 una audaz iniciativa que a la postre no prosperaría: ``La Facultad de Ciencias que acaba de fundarse, desglosándola de las actividades profesionales a que como país nuevo ella [la Universidad] hubo de dedicarse preferentemente, es un esfuerzo que hacemos para dar a nuestra institución esa ejecutoria de nobleza que es el cultivo de la ciencia por la ciencia''.32 La Universidad Católica ensaya en 1928 un programa de cursos científicos conducentes al grado académico de Licenciado en Ciencias Físicas y Matemáticas, el cual generó inquietud pues ``una Facultad dedicada solamente al cultivo desinteresado de la ciencia se quedaría sin alumnos''. De hecho, con el tiempo primó el carácter profesional y la licienciatura tuvo una importancia secundaria.33En esa misma dirección, en 1930, se creó el Instituto de Ciencias de Chile, ``destinado a favorecer y coordinar la investigación y estudios científicos puros, que conserven y eleven la cultura, sin finalidad profesional''.34 Dos años antes, en 1928, la Universidad de Chile recibió al eminente físico francés Paul Langevin, que dio conferencias sobre su especialidad, discutió la reciente formulación de la ``física de los quanta''35y fue investido como miembro honorario de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. De esa época son también una serie de conferencias sobre los temas más candentes de la física de la época, la estructura de la materia y la teoría de la Relatividad, que se dictaron para dar a conocer a un público amplio los nuevos fenómenos físicos.36 Este despertar científico se daba en todos los niveles. Comenzando la década del 30 los discípulos de Ziegler llevaban la enseñanza de la disciplina a todos los rincones del país, y la mayoría de las instituciones docentes contaba con un bien equipado laboratorio de física. Otra muestra de este interés es la Revista de Matemáticas y Física Elementales, que circuló en los años 1930-31 en Chile.37 En sus números 7 y 8 de 1931, trae una traducción de una discusión habida en la Sociedad Francesa de Filosofía, con la participación de Einstein, De Broglie, Borel, Langevin y otros sobre ``Determinismo y Causalidad en la Física Contemporánea''. El Gobierno, en el año 1929, reforzó este impulso científico, por un lado con becas para perfeccionar estudios en el extranjero, y por otro con la contratación de una nueva oleada de doctores alemanes para la enseñanza científica en la Universidad de Chile. Entre ellos venía Karl Grandjot para matemáticas y física, doctorado en Göttingen en 1922, donde estudió matemáticas con Landau, Courant y Hilbert, y física experimental y teórica con Peter Debye y Max Born. Hizo una carrera meteórica de investigador en Göttingen, donde en 1926 se graduó de Privatdozent. Al llegar a Chile, se concentró en la docencia.38
El espíritu de este florecimiento quedó grabado en el Estatuto orgánico de la Universidad de Chile de 1931, que incopora formalmente la investigación científica a través de los institutos de investigación. Este impulso fue temporalmente moderado por la gran crisis de comienzos de los treinta, que azotó a Chile con singular rigor, y luego por el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, que aisló al país de los centros científicos y culturales europeos. Para la física, en particular, tardaría un par de décadas en cristalizar.
A fines de los cuarenta se retoma el ritmo.
En el año 1946, en el Pedagógico, Grandjot creó el curso de Física teórica, cuyos temas principales se referían a termodinámica, teoría de ondas, mecánica cuántica y relatividad. Como texto guía recomendaba Introducción a la Física Teórica de J. Slater y N. Frank, que abarca gran parte de aquellas materias. A fines de los cuarenta, desde el decanato de la Facultad de Filosofía y Educación, Juan Gómez Millas promueve la instalación de grupos de investigación científica en física.39 En el año 1950 se crean licenciaturas en el Instituto Pedagógico sobre la base del título de Profesor de Estado de Matemáticas y Física. Este mismo año, en la Facultad de Filosofía y Educación se crea un grupo de Física Nuclear y Radiación Cósmica y otro de Cristalografía y Física Molecular, donde juegan un rol importante profesores que se había enviado a perfeccionarse al extranjero.40 Estos grupos son una de las fuentes de las primeras publicaciones de nivel internacional en física desde Chile.41
Otro centro de actividades era la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Ya en 1945, días después de lanzada la primera bomba atómica, hubo un debate público sobre la desintegración de la materia en la Escuela Ingeniería de la Universidad de Chile, probablemente la primera discusión académica abierta en Chile sobre la energía nuclear y sus alcances.42 En 1947 se crea un Instituto de Física, establecido como ``anticipo de una Facultad de Ciencias''43, el que sin embargo recién tomaría cuerpo a mediados de los cincuenta.
A comienzos de 1950 ya asomaba el germen. En un estudio y censo de la investigación en la Universidad de Chile, se informa: ``El censo de la investigación científica de la Universidad de Chile muestra que hay sólo 6 Centros de Investigación dedicados a la Física44, de un total de 43; es decir el 14%. En cuanto al número de cientistas físicos, es de 31, de un total de 287, es decir, 11%. De los cientistas que trabajan con dedicación exclusiva a la investigación, el número de físicos es 8, es decir, el 8%. [..] Por lo demás, 3 de estos centros son de creación tan reciente que bien puedo decir que se está iniciando en esta Universidad la investigación en ciencias físicas.''45
El siguiente gran impulso es la creación, en 1954, del Laboratorio de Física Nuclear en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universiadad de Chile. ``El Rector de la Universidad de Chile don Juan Gómez Millas, nos encargó en agosto de 1954 establecer un laboratorio de física nuclear. Para realizar este deseo, que implicaba contar con un grupo de científicos capaces de hacer investigaciones originales, empezamos por estudiar las bases fundamentales de tal proyecto'', escriben los encargados del estudio.46 Para este fin comenzaron a especializarse algunos egresados de la Escuela de Ingeniería, se contrató al físico holandés Dr. J. H. Spaa y se adquirió un acelerador de partículas ionizadas del tipo Cockroft-Walton. Al grupo inicial se integraron físicos egresados del Pedagógico que trabajaban en radiación cósmica, así como algunos químicos y biólogos.47 El laboratorio impulsó actividades experimentales y técnicas, junto a cursos, seminarios y conferencias. Los cursos eran Mecánica Racional, Mecánica Cuántica, Física Nuclear y Teoría de los Reactores.
Este laboratorio fue el núcleo del Instituto de Física y Matemática fundado en 1959. En 1961 el personal del Instituto estaba formado por 38 científicos bajo régimen de dedicación exclusiva, y por 17 técnicos. Además 12 miembros del Instituto estaban haciendo investigaciones y estudios especializados en Universidades de Europa y Estados Unidos. El Instituto poseía diversas secciones, entre ellas, Física Nuclear, Cristalografía, Conversión termo-iónica de energía solar en energí eléctrica, Física Teórica y Grupo de Matemáticas, Biofísica, Electrónica, y talleres de instrumentación, servicios bibliotecarios y una Escuela de Física y Matemáticas.48Los resultados de las investigaciones de sus miembros eran publicadas en ``revistas especializadas de circulación mundial.''49
Aunque hasta 1960 el desarrollo de la física estuvo centrado principalmente en la Universidad de Chile, es importante destacar que también surgieron otras experiencias. La Universidad de Concepción, creada en 1922, desarrolló tempranamente la infraestructura para el desarrollo de la física. Un impulsor de ella fué el físico italiano Leopoldo Muzzioli, que llegó a a Concepción en 1936, y creó un grupo de física que luego fue pilar en la formación en 1959 del Instituto Central de Física Experimental y Teórica. La Universidad Técnica Federico Santa María, cuyo funcionamiento data de 1928, recibió un fuerte impulso con la llegada, después de la segunda guerra mundial, del doctor en física alemán Arnold Keller. Keller era un físico experimental muy destacado que había trabajado en los proyectos militares alemanes. En Chile publicó a nivel nacional (ver Revista Scientia) y se dedicó principalmente a la docencia. Entre tanto, en la Sede de Santiago de la Universidad Técnica del Estado (actual USACH), el año 1955 se estructura un Instituto de Física dependiente de la Escuela de Ingenieros Industriales.
La P. Universidad Católica de Chile fue fundada en 1888. Como ya lo mencionábamos, la primera iniciativa en el área de la Física propiamente tal surge en el año 1928, cuando se comenzó a ofrecer a los estudiantes de ingeniería la posibilidad de obtener el grado de Licenciado en Ciencias Físicas y Matemáticas. En 1947 se creó un Departamento de investigaciones científicas y tecnológicas (DICTUC), donde posteriormente se creó un laboratorio de Física que formó la base de la Escuela de Física abierta en 1963.
La década del sesenta vió profesionalizarse la física en Chile. A partir de la mitad del siglo XX, deja de ser una actividad de individuos aislados, muchas veces trabajando en diferentes direcciones y a tiempo parcial, para constituirse en una actividad profesional, con una comunidad que se reúne, comparte sus trabajos y define y desarrolla su disciplina. Emblemáticamente, la Sociedad Chilena de Física fue creada al iniciarse la década del sesenta (28 de Mayo de 1960)50, aunque sólo años después, el 9 de diciembre de 1965, apareció en el Diario Oficial el Decreto 26.310 que la legaliza.
A mediados de los sesenta se crearon las Facultades de Ciencias en las universidades, y con ello comienza la creación de departamentos de física en esos centros de estudio. También por esos años se consolidan los Institutos de Investigación, se funda la Comisión Chilena de Energía Nuclear (1964), paradigma de la aplicación y usos de la física, y se crea la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica CONICYT (1967). De esta forma, la investigación científica en física experimental y teórica se afianza definitivamente como lo muestran las cifras de doctores en física establecidos en el país y las publicaciones internacionales en el área.51
A partir de los años sesenta del siglo XX comienza una nueva era para la física y para todas las ciencias en Chile. También esta es la etapa cuyo desarrollo está más documentado (ver por ejemplo las referencias [15, 35, 39, 40, 28] en la bibliografía), y probablemente sea prudente esperar y tomar la necesaria distancia para acometer su historia.
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Los textos referidos son: Altieri, Laurentio, Elementa philosophiae in adolescentum usum. Tomus tertius in quo traduntur elementa physicae particularis. Rinaldi, Ferrariae. MDCCLXXI [1771]. Un texto de seiscientas páginas -en latín- que contiene un amplio tratamiento de la física astronómica y óptica con ``fascinantes'' figuras, y Brisson, Mathurin-Jacques, Traité élémentaire aux principes de physique, fondés sur les connaissances les plus certaines, tant anciennes que modernes, et confirmés par l'expéérience, Paris, Montard, 1789.
Claude-Servais-Mathias Pouillet fue un físico francés, profesor en la Escuela Politécnica y en la Sorbona, que inventó la brújula de tangentes. La traducción de Domeyko es: Elementos de física esperimental i de meteorolojia: obra en su mayor parte compendiada i reimpresa de la traducción española del tratado de física de Pouillet, con varias correcciones i adiciones sacadas de la cuarta edición del mismo autor, para la enseñanza de la física en el Instituto Nacional, Santiago: Impr. del Progreso, 1848.
La Mecánica Industrial se cubre en los tomos V y VI, con los siguientes contenidos: Dinámica; Estática (incluyendo tornos, y resistencia de las maderas y los metales); Consideraciones generales sobre las máquinas en movimiento; De los Fluídos (termina con bombas, canales de riego, algunas máquinas propias para elevar agua); Del Calor (que culmina con Máquinas a Vapor); Sobre el Cálculo y establecimiento de motores: (bombas, ruedas hidráulicas, máquinas a vapor, engranajes); Nociones sobre la marcha y establecimiento de usinas (molinos de harina, aserraderos, sopladoras; filaturas de algodón, papelerías, molinos de aceite, fraguas, cilindros acanalado empleados en la fabricación de fierro).
Sobre la importancia del texto de Ganot a nivel mundial, ver Charles H. Holbrow, Archaeology of a Bookstack: Some major introductory physics texts of the last 150 years, Physics Today, March 1999, pp. 50-56.
El texto con ligeras modificaciones, fue editado en Chile en 1924. W. Ziegler, L. Gostling, Física Experimental, Texto aprobado por el H. Consejo de Instrucción Pública, Ed. Nascimento, 1924. Estaba ahora dividido en tres tomos: Tomo I: Mecánica; Tomo II: Física Molecular, Teoría de Ondas, Acústica, Calor y Magnetismo; y Tomo III: Electrostática, Electricidad dinámica, Optica.
El texto consta de tres partes: Primera Parte: Mecánica (628 pp.), que abarca Mecánica, Física del Estado Sólido, Física del Estado Líquido, y Física Molecular de los gases. La Segunda Parte: Calor (420 pp.), contiene Termología y Termodinámica. La Tercera Parte: Electricidad (465 pp.), cubre Electrostática, Magnetismo, Corriente eléctrica y Electromagnetismo.
Sobre la estructura de la materia, tenemos la documentación de las conferencias de Pablo Krassa, profesor de Química-Física de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, en los años 1926,1932 y 1934, y publicadas como folleto: Las ideas modernas sobre la materia y la energía, Prensas de la Univ. de Chile, 1936, y las de Jacques Barcelin, Las teorías modernas de la Estructura de la materia, 1926, publicadas en los Anales de la Univ. Chile.
Testimonios adicionales sobre los orígenes de este laboratorio se encuentran en: Igor Saavedra, El desarrollo científico universitario, pp. 87-95, y en Eduardo Schalscha, El rector, pp. 203-204, ambos artículos en Juan Gómez Millas, ... citado anteriormente.